viernes, 19 de diciembre de 2008

Remolinos.


Somos meros remolinos en el río de la vida. En su largo recorrido corriente abajo, el río golpea muchas rocas, ramas o irregularidades de su lecho, ocasionando remolinos espontáneos aquí y allá. El agua que casualmente se adentra en uno de ellos no tarda en reintegrarse en el río para formar parte de otro y volver luego a seguir tu camino. Pero por más que, durante breves períodos de tiempo, el agua de un remolino parezca un evento separado y claramente diferenciado, no deja, en ningún momento de ser el río mismo. La estabilidad que posee un remolino es provisional... Pero nosotros preferimos pensar que el pequeño remolino que somos no forma parte de la corriente, preferimos considerarnos como algo permanente y estable e invertimos toda nuestra energía en tratar de proteger nuestra supuesta separación y, para ello, establecemos fronteras fijas y artificiales y, en consecuencia, acumulamos un exceso de equipaje que nos impide escapar del remolino en el que nos hemos estancado y volver nuevamente a fluir. Así es como nos quedamos atrapados en un remolino en el que el agua cada vez está más sucia, mientras nuestra frenética reacción despoja de agua a los remolinos vecinos...

Charlotte Joko Beck.

No hay comentarios: